El pasado 20 de mayo publiqué un libro y, después de haber
respondido muchas veces en el último mes la pregunta ¿Cuánto vale el libro?
(bueno, tampoco tantas, seguro que menos de las que quisiera, pero aún así,
bastantes), he empezado a darle vueltas como una hormigonera
literario-mercantil al hecho de comprar libros.
Sí.
Ese acto que un porcentaje mínimo de la
población hacemos impulsivamente y que nos supone un gasto periódico (pero
gustoso). Y claro, me he puesto últimamente del otro lado y me he dado cuenta
que mi libro cuesta mucho. A mí me ha costado. Mi libro vale mucho, a mí me ha
valido y me vale. Entonces, ¿Por qué cuesta apenas 9€? (Por favor, no
interpreten aquí autobombo oculto, el libro está bien, pero tampoco es para
tanto)
Y ahí llega lamadredelcordero. ¿Son caros los
libros? Supongo que el problema es que son caros si después de comprarlos no
sabes qué hacer con ellos. Si no los vas a leer, son caros. Si no los vas a
releer son caros. Si no los vas a vivir son caros, pero, ¿Cómo le explico yo
esto a alguien que me dice que mi libro es caro? ¿Cuántas cervezas vale un
libro? ¿Qué porcentaje de rellenar el depósito de tu coche es suficiente para
comprar un libro?
Y ahí estamos, en ese punto, en saber qué sentido tiene
comprar un libro antes de recomendaros algunos libros que considero útiles,
herramientas para aprovechar siestas a la bartola o tardes en terrazas de este
verano que ya saca el látigo del calorcete.
Porque claro, lo primero va antes.
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