Islas divergentes

Ya


 City Lights

ya terminó aquel juego serio de mirarnos y mirarnos y tocarnos y tocarnos hasta notar cómo se enterraba la muerte,
cómo nosotros íbamos bajándole las luces,
cómo se cerraba el plano,
cómo tu silueta era mi mapa,
mi territorio
y cómo mi cuerpo era tu barcaza que lamías a pesar del oleaje.

Ya terminó,
digo,
aquel tiempo de música a cuatro manos,
de diálogo fuera de todo en la dimensión sagrada de la sábana
y volví, volvimos, a este mundo de astillas donde la muerte se desentierra sola,
donde la muerte me mira y yo te busco.

La muerte me espera y yo ya no tengo manos para olvidarla.
La muerte me mira y no tengo manos para encontrarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario