Islas divergentes

mortal, nuevo libro

 


Como muchos sabéis ya, hoy día 12/12 aparece mi nuevo libro, llamado mortal, así, en minúscula. Porque minúsculo es también el espacio que tenemos, el cuerpo que tenemos, nuestra presencia sobre la tierra. Como habréis imaginado, es un poemario que habla sobre la muerte. Pero no es un libro triste o pesimista, sino que busca, al enfocar la muerte, diferenciar el grano de la paja, lo superficial de lo real, para tener una vida mejor, con más sentido, más consciente.

Obviamente, el tema del libro está relacionado con el COVID. Y no solo la propia enfermedad, sino una especie de tristeza que se ha quedado, una incertidumbre por un futuro que da miedo y que mucha gente piensa que es mejor no explorar, que es mejor lo malo conocido.

Para intentar romper ese miedo, que también es mío, nace mortal. Porque el tiempo es uno, se acaba, y yo, como el maestro FGL:

Yo no quiero ser más que una mano,

una mano herida si es posible.

Federico García Lorca.

En el libro hay poemas más potentes, otros más sutiles. He seleccionado este, el número 51, para que lo conozcáis un poco:

Si tuviera un trozo de madera por escribir,

o un hueco en la tierra,

o una telaraña por explicar,

podría decir que en mis manos el tiempo daña por su peso, no por su filo.

El tiempo,

mi tiempo,

–el escurrido placer que sorbo de los minerales y los ojos, ese alarido silencioso que no me deja guardar las frases ni los sacapuntas–,

me araña con su mirar distraído y me destruye.

No es necesaria la épica para hundir a un hombre,

tan solo esta agricultura del daño,

este huerto con las ramas secas de la memoria,

las calles destruidas para siempre,

la falta de manos en la escalera del sí,

hacer de la faringe una flauta para tocar la música imposible que nos junte de nuevo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario