Niñez y esperanza
Autora:
Mar Benegas
Nombre
del poemario: Niña pluma, niña nadie
Editorial:
Amargord
Colección:
Candela
Páginas:
55
Coordinadora
de la colección: Rebeca Álvarez Casal
El pasado
jueves 4 de noviembre se presentó en la librería Traficantes de sueños la colección de poesía Candela, de la editorial Amargord. La hornada, coordinada y
presentada por Rebeca Álvarez Casal se compuso de cuatro títulos. El primero, La mujer
anochecía de Ada Menéndez, el segundo Breve
testimonio de una mirada de Ana Vega, en tercer lugar, Con voz en punta de Estrella Juárez y por último Niña pluma, Niña nadie, de Mar Benegas,
el libro que voy a comentar a continuación.
En Niña pluma, niña nadie, podemos ver que
todavía, aunque parezca imposible, queda un paraíso que salvar. Un paraíso
inocente, salvaje: Afuera un mundo / un
sol / queriendo atravesar ventanas. Como dice su autora Mar Benegas desde
la primera página del poemario, se trata de un microcosmos brillante, pero que
está amenazado: Niña pluma niña nadie:
Desde la esperanza -y dolor-de la fragilidad.
Porque
hay un paraíso, un territorio ajeno al nuestro que mancillamos con nuestras
vidas mediocres y adultas. El mundo de la infancia. En estos poemas los niños
son los protagonistas, (Los niños siempre
tenemos hambre y comemos serrín o cristales) pero su protagonismo es crudo
y duele. Es una llamada para que despertemos. Dividido en dos partes, Los niños y ella y ¿de donde llega?, los poemas se cargan de aires y puños. De
almohadas y puñales. De niños y economías.
En la
primera parte corren niños tristes, con lágrimas en los ojos y con las rodillas
sucias (por eso los niños morimos de pena
/ es lo único que puede matarnos). Lo extraordinario está a punto de
desaparecer, pende de un hilo. La infancia está a punto de colarse por el guá
de las canicas. Y aunque los niños sigan apareciendo (toda la noche se llena de niños), la infancia es explotada y
torturada en nuestras sociedades perfectas. Al final de esta parte aparece una
niña (niña pluma / niña vuela / niña
nadie) que cree en lo efímero, en la primavera, (el tiempo no la crece / ni hay verdugo / para tanta primavera) y
que da esperanza. Una niña que imagina y vuela.
En la
segunda parte, titulada ¿de dónde llega? la
palabra se despoja de su utilitarismo y se hace ala. Instrumento para imaginar.
Para ser, de nuevo, niño. O no, tal vez mar u hormigas, en definitiva: -siempre- / una ligera esperanza.
La
autora, después de rebotar contra la tecnología y el cristal, a la naturaleza.
Una naturaleza que brota y renace en los ojos de la poeta, una niña renacida.
y entre escombros
tocó con sus dedos
-siempre-
una ligera esperanza.
