Islas divergentes

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Algo (supuestamente) divertido que seguro que algún día vuelvo a hacer

 Pues nada. Yo también he picado, también he sido uno más. El turismo, «el fenómeno», que es algo así como el capitalismo en musculosa (camiseta blanca de hombreras) y chanclas, nos ha hecho ojitos y hemos dicho SÍ. Al menos por un rato. También es verdad que llegué a esta isla del Caribe con dos pantalones largos y dos jerséis 🫠.

Hemos intentado esquivar las manadas de turistas pero, en nuestro último día en la isla de San Andrés, hemos decidido hacer un tour, que es algo así como el infierno en cuanto a hacer planes o hacer cosas, en general. Dejarte llevar como pez boca arriba 😵.

El caso es que existe un islote, a 1,5 km de la isla de San Andrés, que se llama Johnny Kay. A este islote solo se puede ir por agencia (unos 10€/persona) y te dejan ahí en la isla unas cuantas horas.

En la isla hay un poco de todo, pescado, cocos, iguanas (esta en concreto le robó un trozo de piña a Lorena), tormentas tropicales, basura y PECES.

Holi

Creo que no recomendaré para nada la visita a la isla…salvo si lleváis unas gafas de bucear. A apenas un par de metros de la playa ya se pueden encontrar bancos de peces de varios colores de hasta un palmo de grandes. Eso sí, vas a chocar un par de veces con otros observadores que hacen exactamente lo mismo que tú.

Ser tratado como ganado tiene alguna ventaja, seguro, pero no termino de encontrarla. Nosotros hemos ido, hemos visto peces e iguanas, hemos comido pescado rico y fruta y ya. Que, de todos modos, es bastante más que lo que hicieron los aventureros, piratas y conquistadores en un día buenísimo hace 300 años. Parece que menospreciamos lo colectivo (sea lo que sea) y todos buscamos lo exclusivo. Y, por ser así de snobs y ridículos, quizá, ya no quede nada por descubrir.

Y es que reflexionando un poco más allá con el turismo masivo, quizá haya que aceptar que sea así, que para visitar algunas panorámicas ineludibles, o entrar en algún museo único toca, por narices, ir en grupo. Y quizá sea la mejor manera de que 200 turistas con ganas de selfie y nuevas experiencias «no la caguen demasiado» yendo cada uno por su lado, pisando lo que no deben pisar, mirando lo que no deben mirar, fotografiando lo que no deben fotografiar.

Volviendo a la referencia del título, que es por David Foster Wallace y un libro chorra en el que trata/sufre este tema, yo os digo que seguramente me toque vestirme de turista, ser turista, e intentar no quemarme demasiado por ser uno más del rebaño porque me he dado cuenta de que habrá situaciones en las que me toque ser uno más y no pasa nada. No se puede ser único y especial todo el rato, en todos los lugares y en cualquier contexto. No se puede y no lo quiero, además.

Y ahora, para terminar, ¿por qué nadie se ve a sí mismo como turista?, ¿los turistas son solo los otros?, ¿qué diferencia a un turista de un viajero?, ¿es posible ser viajero hoy en día?

Os leo.

(Mención especial a Lorena por prestarme WIFI y ser mi parcera en esta aventura turística).

Isla de San Andrés

 Hemos llegado a esta isla colombiana que queda enfrente de Nicaragua, en pleno Mar Caribe.

Llegamos el día 21, por la noche, y por llegar en taxi hasta la casa que habíamos pillado nos cobraron 10 € (40.000 pesos), por apenas 15 min en coche, y es que esta isla es más cara que Bogotá. El turismo, la lejanía y yo que sé qué más deben tener la culpa. Por ejemplo, la gasolina está a 2,5 € el medio litro. Menos mal que pillamos bus:

La isla es alargada, mide unos 10 km de punta a punta, y básicamente todo pasa en la capital, que también se llama San Andrés. En el interior, que es donde nos estamos quedando, vive la población afrodescendiente, mucho más pobre y aislada (zona La loma/Hill o Barrak). De hecho, hay algunas casas que parecen salidas de Missisipi (por ejemplo), con ese rollo colonial de madera pintada que hemos visto en mil películas.

Además de eso, pues al ser una isla en el Caribe, pues hay animales curiosos como iguanas, lagartos azules, una especie de garza blanca, palmeras (una de ellas soltó un coco y casi se carga a Lorena) y tormentas random que descargan el agua justa para calarte de arriba abajo.

La isla ha sido motivo de guerras entre ingleses y españoles y fue conquistada por los primeros, por lo que parte de la población (los descendientes de esclavos, que fueron traídos desde Jamaica) hablan inglés y criol (no sé cómo se escribe), que es una mezcla entre inglés y africano.

Y, bueno, básicamente esto no es ningún paraíso, como pensábamos. Las playas son enormes, sus aguas son turquesas, pero también hay mucha basura y mucho turismo. Aún así, nos lo disfrutamos yendo de aquí para allá, andando mucho a pata, en bus e intentando alejarnos de lo masivo, aunque no siempre es fácil. Intentamos tener nuestro propio viaje, sin ir al «camino fácil» e intentado disfrutar a nuestra manera, por ahora lo estamos consiguiendo. Os dejo por aquí unas fotos:

Primeros días en Colombia

 Para quien ya me conoce, no es novedad mi pasión por Latinoamérica. Porque aprendí a leer novelas con el colombiano García Márquez, porque me enamoré de la poesía y entré en su mundo con los chilenos Huidobro, Neruda y Mistral y porque amé y amo los diferentes mundos posibles gracias a los argentinos Cortázar y Borges. Y porque con 20 años me fui a vivir un año a Santiago de Chile, con sus weones, con sus weás y sus cosas bien cuáticas.

El caso es que desde entonces, desde esa experiencia que con 20 años me cambió la vida, he conocido Perú, Ecuador, Argentina y Bolivia y he podido sumar experiencias y ganas de seguir descubriendo este gran continente lleno de pasión y sorpresas. Por esto, y por mucho más, el mundo latinoamericano es mucho más que su geografía o las series de Netflix, y su cultura se expande y (me) alimenta sin saciarme nunca del todo.

El caso es que mi pareja es colombiana y aprovechamos para viajar unos días (20, poco) a Colombia a recorrer y conocer.

En estos 3/4 primeros días viajamos a Villa de Leiva en viaje familiar para descubrir la plaza más grande de Colombia:

Y unas callecitas bonitas, cuidadas y sin muchos turistas. No se me pudo escapar la primera librería de segunda mano…

También aprovechamos para ver un fósil único en el mundo de un cocodrilo enorme, también Ráquira, un pueblo precioso, con miles de casas y cada una con su combinación particular de colores. En definitiva, algo de variedad para empezar el viaje. La película Encanto no salió de la nada...

Por último, ya de vuelta, nos echamos una pachanga de basket con el hermano de mi novia, mi novia y chavales del barrio que andaban por ahí. En teoría he invitado a una adolescente colombiana a venir a España 😅.

Ahora nos dirigimos a San Andrés, isla al norte del país, en el Caribe. Seguiré contando. Por ahora, ahí van unas fotos: