Título original: L´illusionniste
País: Francia,
2010
Director:
Sylvain Chomet
Guión:
Sylvain Chomet, Jacques
Tati
Fotografía: Animación
Duración: 90 minutos
Estreno en España: -
Distribuida
por: Django Films
Paseando hace unas semanas por París, me di
el lujo de ver una película en francés. En principio, iba a ser una apuesta
arriesgada porque ante una película en francés suelo acabar con dolor de cabeza
y con la sensación de entender menos francés que antes. Esta vez fue diferente.
En los carteles del cine, como obra del propio mago protagonista de la
película, aparecía una imagen animada del excéntrico y espigado Jacques Tati.
Y es que Jacques Tati, el mejor cómico
francés del siglo veinte, ha vuelto a las pantallas. Y no hace falta que se
abroche de nuevo su gabardina, que se ponga su sombrero y encienda su pipa tras
golpearla varias veces con el zapato. Ha vuelto a la pantalla en forma de
animación gracias a Sylvain Chomet, el director de la galardonada Bienvenidos a Belleville (2003).
Chomet, admirador confeso de Tati y a quien
ya hizo un guiño en Bienvenidos… ha
cuidado la historia con un mimo exquisito. Y no es para menos. Desde 1961, el
guión de El ilusionista estaba en el
olvido. Jacques Tati, tras estrenar en 1958 Mi
tío, tuvo que dejar aparcado el proyecto ya que no contaba con la
coproducción prevista por parte de los checoslovacos.
Y cincuenta años después, El ilusionista ha vuelto a la vida y lo
ha hecho con un gusto por el detalle, por las formas, que bien merece ser
calificado de “Miyazakiesco”. El gusto por el dibujo, por los paisajes, por lo
manual, salta a la vista del espectador que no echa en falta las ortopédicas
gafas de tres dimensiones. Lo artesano rules.
Es una película pequeña, delicada, hecha con
cuidado y con paciencia. Aquí no veremos explosiones ni avatares, sino trucos
remendados cientos de veces y una vida dedicada al arte, con todo lo que ello
supone. Tampoco se trata de una historia feliz ni fantástica. Veremos y
palparemos la tristeza del payaso, pero también lo extraordinario de la
casualidad cuando esta es inesperada. Tati era un admirador del cine mudo, y
este es un pilar básico en sus películas.
La película trata del viejo ilusionista
Tatischeff, (nombre real de Tati) y cómo debe encontrar su hueco en un ambiente
artístico que lo va dejando aparte, aparcado, parado. Tatischeff podría ser un
paralelo al artesano de La caverna de
José Saramago. Personas desfasadas, que aún no son automáticas y que son
personas y cometen fallos.
Tatischeff debe reciclarse y adaptarse para terminar
actuando en bares de poca monta o estar dispuesto a viajar a la lejana Escocia
para seguir con su trabajo. Allí, en un pequeño pueblo donde la electricidad es
celebrada por todo lo alto, conoce a la pequeña Alice quien dará un giro a su
manera de ver el mundo, e incluso a sí mismo.


No hay comentarios:
Publicar un comentario