
Alfons Mucha
Desenrédate la lluvia
de los ojos
y ven a jugar
despeinada y sola.
No tengo manzanas en las manos,
pero tengo manos
que se posarán en ti inquietas;
niebla de carne caliente.
No seas paciente
y siente
nada más verme.
Yo te curaré,
te acunaré,
como a un conejito cansado,
dispuesto.
Pero no te dejes los labios
protegidos
guardados
en la mesilla de noche
porque esta noche
tu boca
y mi boca
comerán nuestros cuerpos
tristes, solos
y aún fríos.
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