Periférica nos trae esta propuesta
circular en la que se ponen frente a frente dos versiones del relato del
escritor estadounidense Jack London.
El relato, pese a ser breve en ambos casos, tiene una fuerza seca, brutal, que
paraliza y congela al lector como congeló al protagonista.
Y es que cuando la temperatura
desciende por debajo de cero cincuenta
o sesenta grados, los miembros se adormecen, el corazón pierde ritmo y
notas como tu aliento se hace sólido.
Jack London, conocido escritor
y aventurero de principios del siglo XX, y una de las figuras más sólidas de la
literatura norteamericana, conoció de cerca las agujas del frío, porque se vio
atraído por la fiebre del oro en el Yukón
(región al norte del actual Canadá, donde también transcurre la novela) a
finales de siglo, cuando era joven aún y ni siquiera imaginaba que llegaría a
ser un escritor tan importante.
El primer relato tiene fecha de 1902, y fue un
encargo de la revista Youth´s Companion.
En la narración, de apenas trece páginas, Tom Vincent, el protagonista, lucha
contra la naturaleza y el frío para poder llegar al campamento, donde le espera
el calor y la compañía de otros aventureros como él. Esta versión, más breve y
no tan dramática como la de 1908, nos presenta a un hombre corpulento,
confiado, que no teme enfrentarse a la nieve, al frío, a la congelación, porque
está seguro de que no tendrá problemas en llegar a su destino.
En el segundo relato, de 1908, y que fue publicado en la revista The Century Magazine, tiene mucha más
calidad y profundidad. El protagonista esta vez no está solo, va acompañado de
un perro, y además, su extensión, treinta y cinco páginas, permite a London una lucha más agónica con el
frío, más salvaje pero a la vez más detallista, porque nos muestra cómo se
fabrica la muerte, y cómo el hombre se paraliza ante la inexorable naturaleza.
Este Encender una hoguera por duplicado, como nos la presenta Periférica sorprende, es una gran
oportunidad para escritores, para que puedan ver las entrañas del relato y que
experimenten cómo se extiende una narración a la vez que se multiplica su
contenido.
Encender una hoguera como
única salida. Encender una hoguera es más importante que los dedos, más
importante que una mano, más importante que un pie. Encender una hoguera es
vivir o morir, tener un arma eficaz contra el frío o dejarse llevar. La
sensación de angustia y agonía que transmite Jack London en esta segunda
versión de Encender una novela es tan
concreta e inevitable que da miedo. Muy recomendable.

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