Es una desajustada, salvaje: libre. No mantiene el control en ningún momento porque las cosas buenas no mantienen el control. Olaia es otra cosa. Se mueve como acunada por un viento. Un viento que algunos hemos sentido alguna vez, pero que ella tiene dentro como los demás tenemos riñones, pulmones o recuerdos. Es una bestia y por eso hace lo que quiere. Pequeñita y rebelde. Amazónica y gallega y urbana y víctima. Heroína del nervio de la adolescencia camina, no, no camina, corre hacia adelante y nos enseña su viaje.
Merece la pena, mucho.
Y para que conozcáis a este animal de letras y brazos largos y hambrientos, aquí os dejo la entrevista que la periodista y poeta Paloma Corrales le hizo a Olaia en el bar Diablos Azules hace unos años:

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