Islas divergentes

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Día de las bibliotecas

 


Es una excusa, básicamente. Poco más. Que sea el 24 de octubre o el 3 de junio, da un poco lo mismo. O no. No da lo mismo, porque fue un 24 de octubre, pero de 1992, cuando se destruyó la Biblioteca de Sarajevo, durante la guerra de los Balcanes. El que ataca la memoria, la humanidad que se recoge en una biblioteca, ataca a toda la humanidad. Sin importar el contenido de esos libros.

Intenté ser parte de esa comunidad de bibliotecarios heroicos que luchan por la lentitud y el sosiego en un mundo fugaz y pobre, en el que la información pasa silbando como balas de olvido. Sin embargo, y pese a que estoy en varias listas a la espera de ser llamado, no he podido ser bibliotecario. 

Y es que las oposiciones son un proceso muy esclavo, muy castigador, y preferí la seguridad de un puesto de trabajo en la universidad (donde ahora trabajo) al sueño de custodiar y acompañar a libros y lectores.

Seguiré, eso sí, con la ilusión de que en un futuro próximo pueda volver a estudiar e incorporarme a una biblioteca. Mientras tanto, celebro a las bibliotecas, a los bibliotecarios y a todos aquellos que aún hoy, en este mundo de ansiedad y ruido, seguimos pensando en las bibliotecas como lugares sagrados.

¡Bibliotecas, ahí voy!

 Como algunos sabréis, acabo de aprobar un examen de oposiciones para trabajar en bibliotecas en Soto del Real. Estoy feliz. Han sido casi dos años de subir la piedra, dos años de 4 horas de estudio al día, de lunes a viernes y al final he conseguido lo que pretendía. Ha sido muy difícil, hemos aprobado solo 15 candidatos de 145 que estábamos en la convocatoria 😅, pero ya estamos dentro.

Aún queda mucho para conseguir esa plaza, pero para mí esta es una victoria enorme que me hace muy feliz. Muchas gracias por felicitarme y por apoyarme.

Las bibliotecas y yo


En mayo de 2019 me propuse llegar al sueño de ser bibliotecario. Estudiar, aprobar unas oposiciones y cruzar al otro lado, aquel lado que recomienda libros, que memoriza campos MARC 21, que cataloga libros, que ojea y hojea. Que no vive por los libros ni para los libros, sino para crear y alimentar lectores.

He rellenado muchas hojas con esquemas y términos, he pasado muchas horas memorizando leyes, memorizando temperaturas idóneas, parásitos que comen papel y leyes que protegen este mundo. También he pasado 540 horas teóricas formándome y aprendiendo de un profesor excelente y de unos compañeros apasionados y llenos de libros. Y al final, creo tener la llave que hace que los libros llamen la atención de los lectores, tanto a los de dentro como a los de fuera de la biblioteca.

Y por fin, este jueves, día 15 de octubre de 2020, un año, cinco meses y quince días después, empecé las prácticas del certificado en Prestación de Servicios
Bibliotecarios en la biblioteca municipal de mi pueblo, Miraflores de la Sierra.

Como premio atendí a un lector, un chaval de unos 7 u ocho años, que sacó un Mortadelo, como hacía yo de pequeño, y sin que lo supiera, me hizo una persona feliz. Modestamente y contenido, pero feliz.

Este es mi camino, está entre libros y seguiré caminándolo.