Rachel Weisz, una de las actrices más sugerentes y
talentosas de la actualidad, aparece tomando sopa y frente a ella, su suegra,
hablando sobre su pasión por el deporte. Rachel Weisz, potente y fiera, levanta
la mirada del plato e inicia la batalla:
-Me parece muy difícil ser
apasionada con eso.
-Ten cuidado con la pasión,
Hester. Siempre lleva a algo feo.
-¿Con qué lo remplazaría?
- Con cauteloso entusiasmo. Es
más seguro.
- Pero más aburrido.
Y vuelta a comer la sopa mientras el marido e hijo, interpretado
por Simon Russell Beale, nota cómo
la sopa no quiere pasar por su garganta.
Glup.
La película donde aparece este diálogo genial es The deep blue sea, de Terence Davies. La historia trascurre
entre la niebla de un Londres de los años 50, aún herido por la segunda Guerra
Mundial y con el horizonte algo desviado. En este contexto de regeneración, de
intentar ponerse de nuevo en pie, un matrimonio formado por Rachel Weisz y
Simon Russell Beale trata de no ser excesivamente consciente de su aburrimiento
existencial, sin embargo, y como se veía venir, Rachel Weisz conoce a un apuesto
joven que le hace replantearse la velocidad a la que quiere vivir el resto de
su vida. Hasta aquí, esta es una película más sobre un matrimonio con una gran
diferencia de edad en la que el miembro más joven se ve atraído
irremediablemente por una persona de su edad, mucho más atractivo que su
pareja. Este argumento es sabido por todos, pero lo que no es sabido por todos
es la presencia de Rachel Weisz en la película, ciclópea, enorme, con una
actuación que convierte a esta película, de mediocre, en muy buena. Os
recomiendo que vayáis a ver a Rachel Weisz, quiero decir, The deep blue see, al cine. Merece la pena.
Director:
Terence Davies
Reparto: Rachel Weisz, Tom Hiddleston, Simon Russell
Beale, Barbara Jefford
95 minutos
Reino Unido,
2011

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