Waterhouse, The lady of Shalott
La vida
estaba en sus piernitas
en sus
coletas rubias.
Todo era tan
suave
que olerla
fuerte habría sido demasiado
para mis
pobres pulmones de niño.
La esperanza
estaba ahí
revuelta
pero cuando
corría,
cuando huía
preciosa de las clases y los niños,
algo único
se escapaba
caía
de su piel
de animalillo enjaulado.
Tuve que
romper la puerta
del baño de
las niñas tantas veces
para
descubrir que ya no estaba
que se había
ido
escondida
detrás de
los cigarros
en el
corazón de la noche.
Poco a poco
la esperanza
el nudo en
la garganta y las miradas
se fueron
perdiendo en mi carne
como un
rutinario veneno
que no deja
mancha.
Al fin me
acostumbré a tratarlas
a rastrear
lo único
pero ya era
tarde.
Me rasgué la
piel tantas veces
intentando
hallar el mapa
la mísera
pista
el abrupto
encontronazo
de nuevo
entre el
valle y mis ojos.
Noté la
brisa algunas noches
pero la cama
(crítico e
implacable animal nocturno)
con
impecable furia
solo dejaba
huesos y legañas rotas
cuando
bajaba la marea.
La esperanza
seguirá escondida en el fondo del bosque
cerraduras
que nunca
podré abrir.
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