Eduardo Anievas Cortines
Disculpe,
se le ha caído la médula en mis ojos,
y
he chorreado la acera.
Siento molestarla, pero su pasear es amarillo
tirando a limón
y yo le noto el olor.
Desde que tropecé,
con
sus corolas, sus ojos,
la
vida es otra.
Pero aún
hay
coches y chaquetas
todo corre por el gris
incluso tu envés de granizo duro
que se lanza,
y huye
se desliza
caracola
de sabor
impúdica reventadora de cotidianos,
dejándome
aquí,
blando y febril,
hablando solo.

No puedo decir nada más que .... me gusta lo que escribes. Un beso.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo me gusta ese formato, que veo se repite en muchos blog de poesía, de centrar los versos. Soy más clásico.
ResponderEliminarEl poema es un poema surrealista de la escuela de Lezama Lima, más que de la de Bretón, eevidentemente. Y me ha recordado "Muerte de Narciso".
Las impúdicas reventadoras de cotidianos son así. No les des tus ojos que se toman las médulas. Las gafas de sol ayudan a borrarlas de las calles.
Y recuerda que no puedes hacer comentarios. Norma del Club.
Saludos.