Otavalo, Ecuador
Cuando
te conocí
tenías
una plaza enorme en el hueco de la boca.
Se
te sentaban ancianos,
jóvenes
con latas,
y
tu los acariciabas con la lengua
y
las farolas encendidas.
Después
de hacer el amor se te abrían las persianas
te
quedaba un nido de pájaros en los ojos
y
olor a mar entre los bancos.
Poco
a poco se te endureció la piedra
venenosa
que
escondía tu cara.
Poco
a poco carne rápida
y
silencios de hueso.
Poco
a poco sangre podrida
pasada
en
el fondo de las alcantarillas.
Si
hubieras mantenido tu carne en el verano
no
habría mimos tristes en los portales,
animales
muertos en las aceras,
y
demasiado hueco en los bancos dobles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario