El capitalismo te sopla la nuca en la fila del supermercado,
saca la cartera, quieres bolsa, quítate del medio, déjame pasar, date prisa,
¿eres del club? ¿Qué club? ¿Quieres una bolsa o no? Son quince con veintisiete
segundos de tu vida, quiero decir, euros. ¿Tienes veintisiete céntimos sueltos?
Dese prisa, el siguiente.
Se llamaba Montse pero a ella también se le olvidó su nombre
porque capitalismo no es palabra oscura, es photoshop brillando en modelos como
signos de exclamación y matando niñas que no pueden meter más tripa en las
fotos.
El Capitalismo sube una escalera con los peldaños de tu
padre y tu abuelo. El que le roba su hijo a la madre que no puede parar de
apretar tuercas. Capitalismo tu compañero de escuela que no te deja copiar, que
no te cuenta los misterios. Nos rodean de dinero y nos cortan las manos. Hace
tiempo que el burro se cansó de la zanahoria, ahora quiere un IPAD y un móvil
para poner una zanahoria en twitter. Hay que alimentar al monstruo del nosotros
mismos. Todos son enemigos.
El amor es una estrategia de mercado, un marketing de
selfies borrachos. El capitalismo nunca envejece, se alimenta de tus hijos
llorando porque no tienen la última play, ni el peinado de Cristiano.
Capitalismo mundial de amiguetes y tecnología que esconde esclavos. Te pago un
móvil por ocho horas al mes de trabajo. El salario es un flash y una foto en
facebook con muchos me gusta. Aparta la muerte. No pienses en ella. Luce y
compra la última moda. Todas quieren ser como aquella heroína en 3D que nunca
existió. Todos quieren tener cuadraditos.
No son palabras raras. Capitalismo mezclado y agitado
atravesando tu garganta. Capitalismo tu, y yo, y todos los compañeros.
Capitalismo machacando gatos y perros en las autopistas y vendiendo el
espectáculo en un vídeo de youtube. Capitalismo jugando contigo, cuánto vales,
qué tienes para mí en este combate a muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario